Reuters
Reuters

EN LA CARCEL...Lula arribó a bordo de un helicóptero, tras su traslado desde San Pablo en avioneta a Curitiba. En ningún momento se lo vio esposado, como había dispuesto el juez Sérgio Moro. Varias centenas de detractores del ex mandatario se congregaron frente al edificio, lanzando fuegos artificiales, haciendo sonar cornetas y silbatos y golpeando cacerolas.

Desplegaron una bandera de Brasil gigante, al grito de "Viva la República de Curitiba, viva Sérgio Moro", refiriéndose al magistrado que ordenó su encarcelamiento.

En ese contexto, el juez Ernani Mendes Silva Filho prohibió que se realicen protestas y acampes en los aledaños de la sede de la Policía Federal de Curitiba, tras verificar la "aglomeración de personas y movimientos que pueden ocasionar trastornos a los vecinos de la región y graves lesiones al orden de la seguridad"

HORAS PREVIAS

Más temprano, Lula intentó salir del edificio del sindicato de Metalúrgico en un vehículo, pero militantes del PT bloquearon las salidas en la tarde del sábado y el exmandatario tuvo que reingresar al edificio. Pero posteriormente pudo salir y subió a un auto a un auto oficial y fue trasladado al aeropuerto para ser llevado a Curitiva donde quedó detenido desde la noche de este sábado.

LOS ULTIMOS DIAS

No habían pasado ni 24 horas desde que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiese denegar el último recurso de Lula, condenado a 12 años por corrupción, cuando Moro dictó un auto fulminante para decretar su encarcelamiento.

El juez concedió a Lula, "por la dignidad del cargo que ocupó", la oportunidad de entregarse él mismo a la justicia antes de las cinco de la tarde de este viernes, cosa que no ocurrió ya que ex mandatario se mantuvo en San Paulo y no viajó a Curitiba.

Cientos de simpatizantes de Lula mantuvieron una vigilia durante toda las dos últimas noches frente a la sede del Sindicato de Metalúrgicos del área metropolitana de Sao Paulo, donde la figura de Lula comenzó a despuntar hacer cuatro décadas como líder del movimiento obrero, en plena dictadura militar.

Moro es el mismo juez que investigó a Lula y le condenó en primera instancia, una sentencia que fue ratificada el pasado enero y que ha desembocado en su próximo ingreso en prisión.

Todo el proceso contra el ex presidente ha sido de una celeridad inusual en la habitualmente lenta justicia brasileña. Y las mismas prisas van a marcar su ingreso en prisión. Habían pasado apenas 17 horas desde que se conoció la decisión del STF cuando el juez, también con una rapidez sin precedentes, ordenó el encarcelamiento.

Todo el mundo daba por hecho que la prisión era inminente, pero los plazos legales que se manejaban tendían a hacer pensar que no sería, como pronto, hasta la próxima semana. Los abogados de Lula tenían derecho a presentar un recurso aclaratorio que les hubiese permitido ganar unos días. Pero en el auto de prisión Moro rechaza esperar a ese trámite para evitar, según argumenta, que la defensa del ex presidenta persista en una estrategia que el juez califica de "patología dilatoria".

La decisión de Moro sorprendió a Lula reunido en la sede del instituto que lleva su nombre, en São Paulo. Poco después de conocer la noticia, abandonó el edificio y se dirigió a la sede del Sindicato de Metalúrgicos de la ciudad de São Bernardo do Campo, la organización donde forjó su carrera política.

Pero ni sus abogados ni los dirigentes del partido han concretado si lo hará o esperará a que la policía acuda a detenerlo. Quedará provisionalmente detenido en la sede de la Superintedencia de la Policía Federal, en una especie de sala reservada, "separado del resto de los presos", resalta en su auto el juez, quien también advierte que "queda absolutamente vedado el uso de esposas".

El destino final del que llegó a ser uno de los jefes de Estado más populares del planeta es la cárcel de Curitiba, donde encontrará otros políticos presos como el ex presidente de la Cámara de Diputados -y cerebro gris del impeachment contra la sucesora de Lula, Dilma Rousseff- Eduardo Cunha. Y también otra presencia que le puede resultar muy incómoda: el que fuera su ministro de Hacienda Antonio Palocci, un antiguo amigo que acabó prestándose a colaborar con Moro y lanzar acusaciones contra el ex presidente.

Lula está acusado de haber obtenido un departamento de tres pisos de la constructora privada OAS por su apoyo en negociados con la obra pública. Tiene además ocho causas más pendientes en la justicia que se están sustanciando.

Lo más visto