Gtres/ El Mundo
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APARECIÓ LAPO. Los escándalos, las adicciones, las fiestas descontroladas, las resacas perennes y los secuestros fingidos parecen para el nuevo Lapo Elkann apuntes de un pasado remoto. A sus 41 años, el príncipe rebelde de los míticos Agnelli, los reyes sin corona de Italia, lleva una buena temporada al margen de la primera línea mediática, centrado en sus negocios, limpio y lejos de las redes sociales. Cabe recordar que a fines del año 2012 y comienzos del 2013 fue noticia porque el nieto por línea materna del fundador de la Fiat, Edouard “Lapo” Elkann Agnelli, fue noticia en Punta del Este junto a su novia de aquel momento, Lady Goga Ashkenazi, sobre el presunto robo de joyas de su propiedad valuadas en unos 3,5 millones de euros. Muchos se preguntaron si realmente existió el robo y porque no declaró las joyas al ingresar a Uruguay. Nunca más se supo de este caso.

Desde hace al menos un año vive de una forma mucho más discreta, en Milán, arropado fundamentalmente por su padre y sin los exorbitantes altibajos de los últimos tiempos. Ha decidido apostar fuerte por su faceta de empresario y dejar de lado los excesos y las salidas de tono de antaño.

Después de pasar por el imperio familiar como responsable de promoción de varias marcas de automóviles, en 2007 echó a andar en solitario y emprendió una aventura empresarial que dura hasta hoy: Italia Independent, una compañía especializada en la venta de accesorios de moda y gafas de sol, a la que se añadió Garage Italia, que se ocupa de automoción. Ahora vive volcado en sus empresas y ha cambiado sus hábitos, sobre todo los más histriónicos. Ya no conduce coches de alta gama a toda velocidad y lleva un tiempo sin protagonizar ningún desvarío.

Ha pasado de generar polémica con el transporte público en Milán a utilizarlo como rédito publicitario. En 2001 aparcó su Jeep Grand Cherokee sobre las vías del tranvía en el centro de la ciudad y se fue. Cuando volvió se encontró con un atasco monumental, una multa y con los insultos de pasajeros y conductores.

El heredero de los Agnelli, Lapo Elkan.

Es común verlo paseando por Milán en compañía de su padre, el escritor italiano Alain Elkann. Para él es un gran apoyo en esta nueva etapa. Con su madre, Margherita Agnelli, apenas mantiene relación desde 2007, cuando esta abrió la caja de los truenos por el reparto de la fortuna del mítico Gianni Agnelli. En ese momento la estirpe se dividió y se crearon dos bloques, hasta ahora irreconciliables: Margherita contra todos, incluidos sus hijos y su madre, la abuela de Lapo, Marella Caracciolo, que falleció el pasado 23 de febrero. Lapo siempre ha declarado que está completamente del lado de sus hermanos. “El amor debería valer más que el dinero” dijo en una entrevista con Vanity Fair cuando comenzó la feroz batalla entre parientes.

El apoyo y la presión de la familia ha sido un factor clave en su recuperación. Aunque en los negocios va también por libre, aún permanece anclado al imperio familiar y sigue presente en los consejos de administración de varias empresas del clan. El grupo empresarial de la familia, Fiat Chrysler Automobiles, cotiza en Wall Street y los accionistas e inversores exigen unos estándares de imagen y comportamiento para la cúpula directiva que deben cumplirse a rajatabla. Los excesos de Lapo en el pasado han sido un quebradero de cabeza para los gerentes de las compañías familiares, que no veían con buenos ojos que el verso suelto de la estirpe siguiera vinculado a los negocios familiares. Los Agnelli en bloque y en particular su hermano John Elkann, el heredero por excelencia, cerraron filas en torno a él para blindarlo y ayudarlo a rehabilitarse.

Lapo Elkann siempre ha sido consciente de la ventaja que le aporta su apellido y ha reconocido en varias ocasiones que es un privilegiado.

El secuestro fingido de 2016 en Nueva York después de una noche de juerga con una prostituta marcó un punto de inflexión en su vida. A partir de ahí se puso en manos de los médicos y comenzó una etapa de desconexión y rehabilitación. Cerró también sus redes sociales. “El problema de hoy es que parece que es necesario ser siempre perfectos. El mundo digital te hace vivir en la apariencia, pero es la realidad lo que hay que afrontar. Estoy fuera de las redes y loco de alegría”, declaró el año pasado en una entrevista con Il Corriere della Sera.

El nuevo Lapo es más discreto en todos los sentidos. Ya no se exhibe como antes, mide sus apariciones y mantiene en privado también su situación sentimental. Los medios transalpinos aseguran que está soltero, aunque en las últimas semanas se ha especulado sobre un posible acercamiento a la modelo Bianca Brandolini d'Adda, que fue su pareja.

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