Clarín/Martín Voogd
Clarín/Martín Voogd

AL BORDE DEL NOCAUT. Todo el mundo vino al estadio Lusail a ver a Cristiano Ronaldo, la leyenda. Pero fue, al final, un show de Bruno Fernandes. Metió dos goles, pero pudieron ser tres o cuatro. Fue el abanderado para que Portugal le ganara 2-0 a un Uruguay, que apenas apareció de a ratitos.

Dos jugados y dos ganados para los europeos, que ya se instalaron, sin sufrimientos, en los octavos de final.

Un punto sobre seis para la Celeste, que el viernes necesitará ganarle sí o sí a Ghana para evitar la nunca deseada eliminación.

Portugal es uno de los seleccionados que impone respeto de antemano en este Mundial de Qatar 2022. Si bien Cristiano Ronaldo no es el mismo que antes sigue siendo Cristiano Ronaldo y levanta murmullos cada vez que la pelota llega a sus pies. Y no está solo: Bernardo Silva maneja los hilos desdel el medio y Joao Félix y Bruno Fernandes, que se vestiría de súper héroe, inquietan con solo moverse. Sin embargo, entre tantas opciones para elegir a los europeos les costó una enormidad crear situaciones de gol en la parte inicial.

Es que la Celeste salió dispuesta a no regalar nada en el Lusail, este gigante que ya vio llorar y sonreír a la Argentina. Con Jose María Giménez, Diego Godín y Sebastián Coates parados en el fondo y con Guillermo Varela y Mathías Olivera por momentos como marcadores de punta y por otros como laterales volantes, el DT Diego Alonso encontró el equilibrio para que sus mediocampistas (Vecino, Bentancur y Valverde) pudieran poco a poco ganar la batalla territorial sin necesidad de tener mucho la pelota.

Así, el arco de Uruguay les quedó muy lejos a esos monstruos del fútbol mundial. Sebastián Rochet apenas tuvo dos intervenciones que no lo inquietaron demasiado: un cabezazo de Fernandes desde un ángulo cerrado y un control de pecho de CR7, que quedó incómodo para meter el sablazo. Antes, apenas comenzado el partido, la leyenda que hoy no tiene club había pagado la entrada con una asistencia de pecho para William Carvalho que definió alto y lejos.

De hecho, Uruguay fue el que estuvo más cerca en su única aproximación de los primeros 45 minutos. Fue cuando Rodrigo Bentancur pisó el acelerador, empezó a dejar jugadores de rojo en el camino y, al pisar el área, engañó a Rubén Dias y Pepe con un regate para quedar mano a mano con Diogo Costa, quien salió rápido y terminó ahuyentando el peligro. Fue clarísima.

En la segunda parte, Portugal siguió con el predominio del balón. Uruguay esperaba y trataba de salir rápido. Tan rápido como el hombre que se metió en el campo de juego con una bandera arcoiris del colectivo LGBTQ+ y con una remera de Superman que decía "Salvemos a Ucrania". Corrió hasta que fue brutalmente tackleado por un agente de seguridad al estilo NFL.

Fue justo antes de que Bernardo Silva comandara un ataque a pura velocidad y descargara para Joao Félix, quien remató apenas afuera contra el primer palo. Fue un aviso. Porque en la jugada siguiente, cuando corrían 9 minutos del complemento, empezó el unipersonal de Bruno Fernandes. Y de sus pies siempre salen cosas interesantes.

Fue, en realidad, un centro del 8 desde el vértice del área. Pareció peinada milimétrica de Cristiano Ronaldo, que estaba habilitado por nada pero habilitado al fin. Era su noveno grito en 19 partidos en Mundiales. El segundo en Qatar. Pero no. El Bicho no alcanzó a tocar la pelota. Gritó y festejó el gol como propio, pero en la chapa el que quedó anotado fue el nombre de Fernandes.

La desventaja obligó a Uruguay a cambiar el libreto. No sólo empezó a tener más la pelota, sino que también modificó nombres y esquema. Entraron Pellistri y De Arrascaeta por Godín y Vecino y mutó ese 5-3-2 flexible por un 4-3-3. Sin embargo, Darwin Núñez, con corridas solitarias, no alcanzaba para generar inquietud en Portugal.

Con la Celeste en modo ataque, el partido se hizo de ida y vuelta. Uruguay buscaba, pero le costaba terminar buen las jugadas. Portugal se sentía cómodo jugando de contra. Diego Alonso volvió a mover el banco: adentro Luis Suárez y Maxi Gómez en lugar de Núñez y Cavani. Y fue curioso. En la primera que tocó el jugador de Valencia casi le da el empate a los suyos con un remate combado desde la medialuna que se estrelló contra el segundo palo de Diogo Costa. Y en la primera que tocó el Pistolero, su remate pegó en la parte de afuera de la red.

Siguió Uruguay a la caza del empate. Y estuvo cerca: porque Bentancur se la cedió al incansable Valverde y el volante de Real Madrid le metió un lindo pase a De Arrascaeta, quien quiso picársela al arquero, pero su definición fue fallida. La ruidosa minoría de la Celeste se hacía sentir. Había, por fin, buenas sensaciones. Y ni qué hablar cuando Lucho Suárez no llegó por muy poco a cabecear un centro de Pellistri. Fueron 10 minutos de dominio. Y de esperanza.

Sin embargo, Fernando Santos enfrío todo enseguida. Afuera Ronaldo, Joao Félix y Carvalho para rearmar la estructura y no pasar más sofocones. Y fue así. Más todavía después de que el VAR viera una mano de Giménez -que ya había reclamado todo Portugal- y cobrara un penal que Bruno Fernándes se encargó de traducir en gol en el minuto 45.

Pudo ser goleada y triplete del jugador de Manchester United, pero primero Rochet y después el palo, ambas ocasiones ya en el descuento, lo dejaron sin el bonus track.

Quedó claro: Portugal no es sólo Cristiano Ronaldo. ¿Y Uruguay? Sigue vivo, pero la cuesta será muy alta.


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