Fdo González (Tenfield)
Fdo González (Tenfield)

DURO GOLPE. Uruguay cayó de local sin levante ante Brasil por 4 goles a 1. A aquellos que nos distingan con la lectura de estas conclusiones sobre la dura derrota sufrida por Uruguay ante Brasil, sugiero que en este mismo sitio busquen las consideraciones previas que escribí antes que el encuentro se disputara. En breve resumen, sugerí un partido de ping pong, con Uruguay aplicado a mantener el cero en su arco con el objetivo de conseguir un punto, para seguir sumando y quedar a cuatro de clasificar para Rusia 2018. O sea un esquema defensivo, con las líneas apretadas procurando empatar.

De acuerdo a mi pensamiento sobre el esquema de juego al que debía recurrir el equipo oriental, me sorprendió –y así quedó reflejado en el comentario del primer tiempo- la forma como Uruguay encaró, por orden del director técnico, este enfrentamiento ante Brasil. Los celestes salieron a jugar al ataque, a presionar a Brasil en su zona defensiva y a buscar el desequilibrio en la red adversario.

Ese juego, a mi criterio equivocado, llevaba al suicidio y tuvo el primer anuncio cuando Brasil rompió el asedio ofensivo a que lo sometía Uruguay. La pelota fue enviada hacia la zona izquierda del avance de los visitantes, la recogió Neymar y armó la primera gran jugada de la noche, dejando parado como un poste a Maximiliano Pereira.

Poco le importó a ese Uruguay eufórico que, acaudillado por un notable trabajo de Edinson Cavani y un buen complemento de Cristian Rodríguez y Matías Vecino, dominaba el partido apoyado por la multitud, esa luz amarilla que encendía la calidad de Neymar. Continuó atacando, dominando y sometiendo a Brasil. Llegó el penal merced a la gran capacidad de reacción de Cavani. Pensé, en ese momento, que con la ventaja lograda, Uruguay retrocedería en el campo, se arroparía atrás fortaleciendo la zona derecha de su defensa para controlar a Neymar y sus compañeros. Y buscaría mantener el cero en su arco, dejando que Brasil se desgastara en procura del empate. Me equivoqué. Uruguay continuó atacando en la búsqueda de ampliar ventajas en un vano intento de liquidar el partido en el primer cuarto de hora.

En esa acción ofensiva se mantenía Uruguay cuando otra notable jugada de Neymar terminó con la pelota en las mallas de Martín Silva. El remate de Paulinho dejó en evidencia la tan gráfica frase de la sábana. Uruguay jugado totalmente al ataque, dejó hueco en su zona defensiva que el visitante aprovechó a la perfección. Ese Uruguay estirado en la cancha, se descubría en su retaguardia.

No sería ese el único error cometido por la dirección técnica. En renunciar a jugar de visitante en el estadio Centenario –como lo había hecho ante Colombia, Ecuador y Chile-, tuvo su enorme penitencia con la primera goleada absorbida por los celestes en las presentes eliminatorias.

Resultó evidente que a medida que transcurría la primera etapa, siempre con Uruguay atacando –Vecino dispuso del segundo gol-, las fuerzas comenzaban a mermar, mientras la tranquilidad de Brasil permitía advertir que manejaba los tiempos del partido. Un Uruguay diferente concluía la primera etapa igualando ante Brasil.

El arranque del segundo tiempo demostró que Brasil comenzaba a contar con la vista gorda del juez Loustou. Cortó tres avances certeros de Uruguay. Fueron los últimos arrestos de un equipo que a partir de los 10 minutos del segundo tiempo, exhibió una notoria disminución física. Agravó el panorama la poca reacción del cuerpo técnico.

El trámite del juego, antes del segundo gol de Brasil, exigía la necesidad de introducir cambios. Reforzar la zona defensiva derecha –el ingreso de Jiménez surgía cantado- y la colocación de un extremo veloz para acompañar al generoso Cavani, era otra evidencia rotunda.

El técnico Tabárez se equivocó. No observó esa situación y, cuando metió la mano en la escuadra, en lugar de beneficiar su rendimiento, lo perjudicó. Abel Hernández y Christian Stuani, nada podían aportar, quedándose –además- con un cambio sin realizar.

La goleada final, que afecta la excelente diferencia de goles que presentaba el equipo, agrava el panorama futuro. Le siguen faltando a Uruguay cinco puntos para clasificar a Rusia. Estamos seguros que el equipo se recuperará de este contraste. Todo lo bueno y mucho que hemos elogiado a este grupo de jugadores se mantiene vigente. Hoy no borramos con el codo lo que hemos escrito con la mano.

Sigo confiando en el proceso de Uruguay, en sus notables jugadores que posee, dos de los cuales son clase A total (Suárez y Cavani) y que la recuperación pueda estar en el próximo partido en Lima. Se enfrentará a un equipo que quedó al borde del K.O luego de empatar con una Venezuela eliminada.

Estoy seguro que el cuerpo técnico reflexionará sobre lo actuado. Analizará ese cambio de táctica que tan malos resultados produjo, al extremo que Uruguay perdió su primer partido de local en las presentes eliminatorias. La chance para llegar a Rusia continúa intacta. La máquina de calcular sigue estando en manos de Uruguay, dependiendo de sí mismo sin necesidad –por ahora- de apelar a otros resultados.

El triunfo de Argentina atenúa la caída celeste. Complica la victoria previsible de Colombia, en tanto –en lo personal- el nerviosismo se acrecienta por ese triunfo logrado en Asunción por Paraguay ante Ecuador. Más allá de estos apuntes, Uruguay se mantiene segundo en la tabla de posiciones a cinco puntos de alcanzar el objetivo anhelado. Plantear tácticamente muy bien el cotejo próximo ante Perú, puede ser la clave definitiva para retomar el camino anhelado de sumar puntos hasta llegar a la lotería clasificatoria.(Atilio Garrido )

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