Reuters
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RIDÍCULO IMPERDONABLE. Un 4 a 0 increíble a favor del Liverpool sobre el Barcelona. Mucho se hablará sobre el infierno de Anfield. Sobre su liturgia. Sobre la emotiva remontada del Liverpool, capaz de levantar el 3-0 en contra del Camp Nou para alcanzar la final de la Champions. Pero si el Barcelona cayó a plomo en otra noche imperdonable, más dura incluso que la de hace un año en Roma, fue simplemente por sus pecados. Por despreciar su razón de ser, la pelota. La que un día le hizo grande. Y diferente. Pensó el Barça que así, sobreviviendo, tantas veces malviviendo, saldría siempre indemne.

Pero cuando no hay balón, cuando tampoco hay resultado ni buenaventura, ya no queda nada.

Luis Suárez sí se decidió a dar la cara. «No puede ser que te marquen goles así. Y en el cuarto parecíamos juveniles». Se refería el uruguayo a esa acción definitiva en la que Arnold, con el Barcelona en Babia, botó un córner para que Origi finiquitara la noche. «Estamos muy tristes. Muy dolidos. Somos seres humanos que sentimos el dolor. La frustración. Hay que hacer autocrítica y poner el pecho ante las balas que van a llegar ahora. (El País y El Mundo)

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