El País
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CAOS. La fila de carros repletos daba vueltas en espiral alrededor de las góndolas como si fueran luces rodeando un árbol navideño. Por eso, bromeaban los hombres, era “necesario” instalar un semáforo para encontrar la salida en ese laberinto de gente y carritos. Todo por culpa de Coronavirus.

“Nunca vi algo igual. Ni en Navidad, ni en fin de año, ni siquiera en algún feriado que saben que al otro día no se abre”, le decía un trabajador del supermercado a una señora que movía la cabeza de un lado a otro buscando algo. “Mire que si buscan carritos ya no nos quedan. Hay que esperar un poco”, le explicó.

La desesperación por llenar los carritos con productos, básicamente agua y papel higiénico, se palpitaba en cada góndola. Algunas quedaban vacías y la gente se frustraba. Esa desesperación, indicó una fuente supermercadista a El País, es “preocupante e innecesaria”.

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