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UNIDAD EN LA COMPETENCIA. Los candidatos colorados se muestran unidos pero a su vez sacuden la modorra con su interna más competitiva desde 1999. Sanguinetti, favorito, fue el primero en revitalizar al electorado. Luego Talvi fue creciendo con un perfil más técnico y joven.

El mismo día en que el Frente Amplio alcanzaba el poder, el Partido Colorado, entonces oficialismo, otrora hegemónico, quedó reducido a su mínima expresión con el 10,6% de los votos en las elecciones de 2004. Comenzaba su debacle. Encontró una breve luz en los comicios siguientes, los de 2009: el 17% del electorado fue visto como una resurrección. Pero en la última cita con las urnas, la de 2014, volvieron a retroceder al 12,9%. Siempre terceros lejos, siempre fuera de la discusión.

Este ciclo electoral los encuentra distintos, según coinciden los analistas consultados por ECOS. No por la capacidad de llegar al balotaje, algo considerado una quimera; pero sí por la chance de transformarse en un actor de peso en una alianza opositora al Frente Amplio, intención que nunca ocultó el precandidato de Batllistas y dos veces presidente, Julio María Sanguinetti.

Aunque el economista Ernesto Talvi, postulante de Ciudadanos, arrancó antes la carrera electoral, fue Sanguinetti la locomotora del crecimiento. “Él hizo que volvieran muchos colorados al partido. Tanto él como la irrupción de (Ernesto) Talvi movilizaron a un partido que el año pasado estaba a un nivel bajísimo”, indica Mariana Pomies, directora de la consultora Cifra.

A mediados del año pasado, había empresas que marcaban una intención de voto para los colorados de un ridículo 7%. Hoy se habla, con matices, del doble.

“Todos los estudios que hicimos indican que el ascenso de los colorados fue particularmente de Sanguinetti. Luego hubo un aporte de Talvi desde una visión distinta, más técnica y más joven”, apunta por su lado Eduardo Bottinelli, director de Factum.

Con la excepción de Radar, cuyo último sondeo le da diez puntos de ventaja a Talvi, todos los sondeos dan el primer lugar a Sanguinetti, por una distancia que va de dos (Opción) a 26 puntos (Factum). El senador José Amorín Batlle, precandidato de Uruguay Batllista, se encuentra a demasiada distancia como para que se le consideren chances.

Competencia y tensión

En cualquier caso, una interna competitiva ayuda en una instancia que no es obligatoria. Salvo en las primeras elecciones internas, las de 1999, los colorados siempre tuvieron menos participación que los frenteamplistas y los blancos. La excepción fue aquella vez, cuando 482.088 colorados decidieron que Jorge Batlle, quien en el balotaje de ese año fuera electo presidente, derrotara a Luis Hierro López. Fue la única vez que los colorados fueron los más partícipes en una interna.

“Que la interna sea competitiva es algo bueno para el partido, lo hace más interesante y promueve más la participación”, explica el politólogo Diego Luján. “Cuando algo ya está cocinado la gente no vota o se va a votar a otra interna, cosa que se ha dado”. Eso pasó con el Partido Colorado en 2004, 2009 y 2014, cuando nadie dudaba de los triunfos de Guillermo Stirling y, en las últimas dos oportunidades, Pedro Bordaberry.
Que la interna sea competitiva es buena para el partido, promueve más la participación.
También se destaca que no es una interna que amenace dejar heridas difíciles de cicatrizar. “Si bien es una interna que comenzó con alguna rispidez entre Sanguinetti y Talvi, luego tomó otro cauce”, señala el sociólogo Rafael Porzecanski, de Opción Consultores. A principios de año, el economista dijo que el expresidente le había ofrecido su apoyo a cambio de condiciones, lo que el exmandatario negó. “Luego se tomó otro cauce, se transformó en una interna donde la confrontación apuntó hacia afuera, hacia el Frente Amplio e incluso el Partido Nacional, como las críticas de Talvi a (Juan) Sartori”, agregó.

Pomies destaca que, en comparación con los blancos, las internas coloradas suelen ser más armónicas, “lo que hace que sea más fácil zurcir después” del 30 de junio. Esta condición, respaldada por la historia, ha tenido sus excepciones: la fórmula Bordaberry-Coutinho en 2014 dejó muy desconforme al sector de Amorín Batlle, lo que se tradujo en octubre en una votación mucho menor a la esperada.

El factor Manini

Porzecanski señala que los votos de la oposición se han movido en forma “circulante” en estos años posteriores a la última elección. El Partido de la Gente irrumpió con fuerza a fines de 2016 para luego ir desflecándose. El Partido Colorado comenzó a revitalizarse con la vuelta al ruedo de Sanguinetti, que comenzó a fines del año pasado. Pero el salto al ruedo de la política del excomandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos, desde abril precandidato por Cabildo Abierto, generó un impacto en la intención de voto colorada, concluyen los analistas consultados.

Pomies no lo duda: para ella el Partido Colorado “pescaba” de la pecera de votos que hoy alimenta Cabildo Abierto. Muy parecido opinan Porzecanski y Bottinelli. Diego Luján, en cambio, si bien considera que el excomandante en jefe arrastró votos colorados, cree que también lo hizo con blancos y del Partido de la Gente: “no creo que un batllista que siga a Sanguinetti se vaya con Manini, pero quizá la salida del ruedo de Bordaberry dejó ‘huérfanos’ a algunos colorados que sí se identifiquen con él”.

Ambos candidatos muestran distintas fortalezas. El votante de Talvi suele ser de alto nivel educativo y de Montevideo; es mucho menos conocido que su rival, por lo tanto su electorado es interesado en la política. El público de Sanguinetti es mucho más variopinto. Según Porzecanzki, si las internas fueran obligatorias el expresidente sería claro favorito. (Análisis publicado por el portal Ecos.uy)

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