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Sofía recordó que estaba viviendo en Londres, trabajando y con su novio, y la invitación del sumarse a este proyecto le llegó de parte de Fernando “Nano” Antía, que integró la tripulación en la primera “pierna” de la regata. Dijo que abandonó sus actividades. “Todos los planes se fueron por la borda… Y me metí en esta gran aventura y aquí estoy”, agregó.

Alejandra, por su parte, dijo que estudia Arquitectura en la Universidad de la República. “Estoy en tercer año y fue un cambio radical… A la vez, trabajo en el Yatch Club Punta del Este como instructora de vela. Ellos me llamaron para contarme el poryecto y sobre las cuatro plazas de los Punta del Este”.

DE LA ANGUSTIA A LA FELICIDAD

“Fue un día común y corriente. Estaba en la Facultad, me llamaron y me preguntaron si me gustaría participar en la regata y dije que sí. Es un sueño y tremenda experiencia”, aunque uno luego empieza a preguntar “qué va a pasar después... Hay felicidad, angustia”, admitió. “Al mes tenía que estar en Londres para el entrenamiento. Fue toda una locura”, añadió.

Las dos realizaron los entrenamientos requeridos, hasta aprobar los cuatro niveles, en un curso de una semana cada uno, destacaron. De todas formas, precisaron que no se requiere una preparación anterior, porque Clipper es una “regata abierta” para todo el que quiera participar. “Se hacen estos entrenamientos para que todos tengamos la misma técnica, aunque se reconoce la experiencia previa. Hay un protocolo de procedimiento que se debe seguir, para evitar problemas en el barco”, destacó Alejandra.

Sofía señaló que también trabajó como instructora en el Yatch Club Punta del Este, aunque luego tuvo que abandonar porque se dedicó a los estudios como contadora, hasta lograr el título.

Indicaron que su viaje termina el 13 de noviembre, según estiman. “Ojalá”, respondieron al unísono al ser consultadas sobre la posibilidad de continuar en la regata. “Pero tengo compromisos en Londres que me esperan”, confesó Sofía.

CADA VEZ MÁS MUJERES

Destacaron que la ceremonia de llegada a Punta del Este fue “increíble”, porque además se genera un vínculo con la tripulación de todos los barcos y no sólo del propio. “Por suerte cada vez estamos participando más mujeres”, resaltó Alejandra.

“Son 22 tripulantes por barco, como máximo, en cada pierna. Tenemos 18 nacionalidades en nuestro barco. Van cambiando. Hay nueve que son fijos y van a realizar toda la competencia”, explicó Sofía.

También dijeron que hay aspectos de la “realidad cotidiana” para solucionar, como la comunicación y la comida, por ejemplo, ya que hay gustos y sabores diferentes, y hasta los niveles de picante, que hay que tratar de conciliar o acostumbrarse.

Informaron que, aunque la partida es el 23, ya este viernes se suman a la tripulación, para empezar con los preparativos. De todas formas, hicieron una intensa preparación física. “Cuanto uno mejor preparado está, más llevadero y disfrutable es el viaje… El barco puede estar una semana a 45 grados. Y puede estar días en un mar en calma”, dijo Sofía.

LLEGAR SEGUROS Y SIN HERIDOS, UN OBJETIVO

Alejandra expresó que “también es una competencia, además de la convivencia. Pero están cruzando el Océano. No es una bobada. En mi opinión, lo más importante es que el barco llegue seguro y sin ninguna persona lastimada. Vimos el otro día que uno de los tripulantes llegó lastimado. Y en nuestro barco estaba todos enteritos. Capaz que con algún raspón o moretón. Esta es una experiencia que se hace una vez en la vida”.

También remarcaron que el capitán del barco “Seattle” cayó al agua, tardaron 17 minutos en rescatarlo y ahora se enteraron que abandonó la regata. “Ahora tienen un ‘skipper’ nuevo y hay que acomodarse”, acotó Sofía.

“A la vuelta tendremos otra experiencia de vida, para contar”, afirmó Alejandra.