Marcelo Umpiérrez
Marcelo Umpiérrez

RELAJO PERO CON MÁS ORDEN. El desfile de Carnaval de La Pedrera tuvo, este año, firmes controles policiales sobre el orden público, el consumo de alcohol y el tránsito. Como ya es tradicional, miles de jóvenes se congregaron con o sin disfraces para circular por la calle principal munidos de espuma, serpentinas y bebidas cuyo efecto pone en vilo a los lugareños y autoridades. Explotaron los pequeños comercios y algún que otro ambulante aprovechó la zafra para cobrar precios siderales. Un pancho, por ejemplo, 65 pesos. O 70, si lo prefería con gustos. Los trajes multicolores -unos con más producción que otros, otros más originales que el resto- dieron tanto de qué hablar como la carpa de achique, un puesto montado para asistir a las personas con excesos en el consumo de drogas, que funcionó en forma constante atendida por personal de la policía, la armada nacional, el MSP y el INAU. También hubo más controles de espirometría que el año pasado por parte de Caminera y más presencia de agentes en las calles, lo cual contribuyó a que la fiesta transcurrieran con el mismo relajo pero con más orden que en 2013. Un alivio para los lugareños, que ya habían cercado sus casas y esperaban, encerrados, que la horda juvenil pasara sin hacer estragos en jardines y zaguanes. A primera hora de este martes, decenas de ómnibus comenzaban a recoger a los visitantes con destino a diferentes departamentos del país. Son cientos de adolescentes, que esperan sentados estoicamente en el suelo y la lluvia, su hora de partir. En el balneario, los vecinos madrugan escoba en mano para retirar las latas y recipientes plásticos que en esta mañana alfombran las calles. (producción: Marcelo Umpiérrez)

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