Durante dos angustiosas y largas jornadas, Ángel Pepe Moreira, deambuló perdido por Sierras de Valdivia. Pasó dos noches a campo abierto, con frío, lluvia y sin comer. Caminó hasta llegar cerca del límite con Rocha. Vio un helicóptero que lo buscaba pero no logró que lo vieran a él. Encontraba casas deshabitadas y no conseguía comunicarse con su familia, que lo buscaba con desesperación. Finalmente, este martes, logró reunirse con ellos. Vivió para contarla.
Ángel “Pepe” Moreira salió a cazar el pasado domingo por la zona de Sierras de Valdivia, próximo a Aiguá.
Acompañado de un hijo y un amigo, en la madrugada partieron de Piriápolis y luego de llegar a la zona elegida el grupo se separó tras los rastros de las presas.
Sin embargo, cuando llegó el momento de reunirse para almorzar, el hijo y el amigo de Ángel notaron que éste –encargado de la cocina- nunca había llegado al lugar del campamento.
Allí comenzó la búsqueda, que se extendió por todo el resto de la tarde del domingo y finalmente, ya en la noche, se dio aviso al resto de la familia.
Soledad Moreira, hija del ex funcionario de Antel, contó en FM GENTE que antes de recibir la noticia de que su padre se había perdido, ya sospechaba que algo no andaba bien porque había llamado varias veces al celular de Ángel y no había obtenido respuesta.
Junto a su madre, Rita Torres, emprendieron el camino hacia Aiguá y contactaron a la policía que, dada la oscuridad a esa hora, no podía comenzar la búsqueda hasta que amaneciera la jornada del lunes.
A las cinco de la mañana del lunes, policía y bomberos, ayudados por baqueanos de la zona comenzaron a trillar el campo donde el grupo había llegado para cazar y donde se vio a Pepe por última vez.
Los equipos buscaron durante toda la jornada sin éxito y por la noche la familia fue a declarar a la seccional octava. Los nervios ganaban a los Moreira que para ese momento temían por la suerte de Ángel.
Así pasó la segunda noche, aferrándose a la esperanza de que apareciera y los pronósticos agoreros que cobraban fuerza con el paso de las horas.
Soledad contó que este martes, en medio de innumerables llamadas de amigos, familia y conocidos que sabían de la situación, de repente escuchó del otro lado del teléfono la voz de su padre.
“No podía creerlo” dijo la joven, que no ocultó su felicidad y tampoco negó que “la cabeza viajaba cada vez peor” con el paso del tiempo.
LAS 48 HORAS PERDIDO
Ángel caminó un largo trecho, al principio pensando que se dirigía al lugar que habían escogido como base del campamento.
Sin embargo, rato después tuvo claro que no podía encontrar el sitio donde habían dejado el auto, próximo a la casa –abandonada- del dueño del campo. Siguió caminando, sin teléfono y sin linterna, sólo con el rifle de caza.
Esa noche durmió en el campo, a cielo abierto, con escalofríos y la lluvia que cayó abundante durante la madrugada. Cuando amaneció el lunes volvió a emprender camino, tratando de encontrar alguna casa habitada desde donde poder comunicarse con su familia.
Pero a Pepe lo ganaba la desesperación porque el lunes transcurría y si bien encontró tres viviendas, todas estaban deshabitadas y no lograba cruzarse con nadie que pudiera auxiliarlo y dar aviso de que estaba bien.
Así volvió a llegar la noche y esta vez Moreira decidió quedarse junto a una casa que, por las apariencias, le dio la impresión que podía tener ocupantes.
Si bien se podía acceder al interior del lugar, Moreira no quiso hacerlo "porque era casa ajena". Más tarde calmó la sed y se cobijó un rato en el interior pero salió en cuanto el sol iluminó la mañana porque no le parecía apropiado permanecer sin tener permiso de los dueños.
Transcurrió las dos jornadas sin comer, sólo tomando agua de algunas cañadas y soportando la oscuridad de la noche y las altas temperaturas.
Así fue que esta mañana, un empleado del lugar se encontró con Pepe sentado en el exterior de la casa y rápidamente éste lo puso al tanto de su odisea y se disculpó por haber ingresado a tomar agua. Enseguida le fue facilitado un celular para realizar la ansiada llamada a su familia.
Finalmente Moreira terminó más cerca de Rocha y cuando reconstruyó el relato de su peripecia, junto a su familia, se enteró que un perro pudo seguirle el rastro hasta que, producto de una suerte de calle que había atravesado, el can no pudo continuar la pista.
Uno de los momentos desesperantes de Pepe fue cuando divisó un helicóptero que sobrevolaba la zona. Enseguida supo que lo estaban buscando a él e hizo señas con una remera pero los tripulantes no alcanzaron a divisarlo puesto que estaban alejados del lugar desde donde el hombre trataba de llamar la atención.
Soledad finalizó su relato agradeciendo a bomberos, policía y a todos quienes colaboraron en la búsqueda de su padre que a partir de hoy puede hacer suyas las palabras de Gabriel García Márquez: “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.
foto: facebook de Rita Torres, esposa de Ángel tomada en Aiguá en el reencuentro con su familia.