New York Time/Getty Images
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EL COVID Y SUS EFECTOS QUE PUEDEN LLEVAR A LA MUERTE.-Los efectos de la COVID-19 en la salud no solo pueden prolongarse durante meses, sino que parecen aumentar el riesgo de fallecimiento y de enfermedades crónicas, incluso en personas que nunca estuvieron tan enfermas como para ser hospitalizadas, según un nuevo estudio de gran alcance. En la investigación, publicada el 22 de abril en la revista Nature, los científicos analizaron los historiales médicos de más de 73.000 personas de todo Estados Unidos cuyos contagios por coronavirus no requirieron hospitalización. Entre uno y seis meses después del contagio, esos pacientes tuvieron un riesgo de fallecimiento significativamente mayor (un 60 por ciento más) que las personas que no se habían contagiado con el virus.

El estudio, basado en los registros de los pacientes del sistema de salud del Departamento de Asuntos de Veteranos, también descubrió que los supervivientes de COVID-19 no hospitalizados tenían un 20 por ciento más de probabilidades de necesitar atención médica ambulatoria durante esos seis meses, que las personas que no habían contraído el coronavirus.

Los supervivientes de la COVID-19 experimentaron una amplia gama de problemas médicos a largo plazo que nunca habían padecido: no solo daños a los pulmones por los efectos respiratorios del virus, sino síntomas que podían afectar a prácticamente cualquier sistema de órganos o parte del cuerpo, desde neurológicos hasta cardiovasculares o gastrointestinales. También sufrían un riesgo mayor de presentar problemas de salud mental, como ansiedad y trastornos del sueño.

“Descubrimos de todo”, señaló uno de los autores del estudio, Ziyad Al-Aly, director del servicio de investigación y desarrollo del Sistema de Atención Sanitaria de Asuntos de Veteranos de San Luis.

“Lo impactante de esto es que, cuando juntas todos los elementos, piensas: ‘Dios mío’, ves la escala”, añadió. “La verdad, sigue siendo estremecedor”.

Es más, algunos de los problemas médicos posteriores a la COVID-19 de los pacientes (como la diabetes, las enfermedades renales y algunos problemas cardiacos) podrían convertirse en padecimientos crónicos que requerirían tratamiento durante el resto de sus vidas.

“La gente sigue padeciendo enfermedades respiratorias, dolores de cabeza persistentes, esto y lo otro”, dijo Laurie Jacobs, presidenta de medicina interna del Centro Médico de la Universidad de Hackensack, quien no participó en el estudio. “No desaparecen, aún no entendemos las causas subyacentes y se han convertido en algo crónico en algunos casos e incapacitante en otros. En algunas áreas, las personas han mejorado pero varía mucho”.

Se cree que el estudio es el mayor que se ha realizado hasta ahora para evaluar un conjunto tan amplio de problemas de salud. Los sobrevivientes de COVID-19 que no fueron hospitalizados y participaron en el estudio dieron positivo al virus entre el 1 de marzo hasta noviembre de 2020.

La mayoría de los más de 32 millones de personas que han contraído el coronavirus en Estados Unidos no han necesitado hospitalización por lo que, de cierta manera, el estudio puede corresponder a una franja amplia de la población. Sin embargo, es probable que los pacientes del Sistema de Atención Sanitaria de Veteranos que participaron en la investigación no sean representativos en otros aspectos porque el 88 por ciento de ellos fueron hombres y su edad media fue de 61 años. Casi el 25 por ciento eran negros, el 70 por ciento eran blancos y cerca del cinco por ciento eran de otras razas.

Los investigadores compararon su riesgo de fallecimiento y otras características con los datos de casi cinco millones de pacientes del sistema de veteranos que no tenían COVID-19 y no fueron hospitalizados durante ese tiempo. Ese grupo tenía una edad media de 67 años, estaba conformado por un 90 por ciento de hombres y tenía una proporción algo mayor de pacientes blancos y una proporción algo menor de pacientes negros.

Jacobs dijo que en su clínica observaron la amplia gama de síntomas del estudio, pero afirmó que el riesgo de fallecimiento entre los pacientes del estudio era considerablemente mayor de lo que ella habría esperado. “Me sorprendió mucho la cifra”, dijo.

Según el estudio, entre uno y seis meses después de sufrir una infección relativamente leve o moderada, murieron 1672 de los 73.345 pacientes (alrededor del 2,3 por ciento). No se indicó la causa de los fallecimientos ni nada específico sobre las enfermedades de esos pacientes.

Los investigadores tampoco pudieron determinar si las personas tenían problemas de salud subyacentes ni si sus nuevos síntomas eran consecuencia directa de su infección por coronavirus, efectos secundarios de los medicamentos que estaban tomando para tratar algunos de los síntomas, estrés por los problemas relacionados con la pandemia u otros factores. Los expertos afirmaron que los hallazgos del estudio reflejan una cascada de problemas provocados no solo por el virus, sino por la lucha del sistema médico para hacer frente a la COVID-19 y sus efectos a largo plazo.

“Tenemos cientos de miles de personas con un síndrome no reconocido y estamos tratando de aprender sobre la respuesta inmunitaria, cómo el virus cambia esa respuesta y cómo puede incluir todos los sistemas de órganos del cuerpo”, dijo Eleftherios Mylonakis, director de enfermedades infecciosas de la facultad de Medicina Warren Alpert de la Universidad de Brown y de los hospitales Lifespan, quien no participó en el estudio. “El sistema de salud no está diseñado para afrontar algo así”.

En muchos casos, dijo Mylonakis, las personas que presentan síntomas nuevos y que nunca han sufrido complicaciones graves por la infección viral entran en un mundo médico confuso y fraccionado, en el que buscan la ayuda de los médicos de atención primaria y luego son remitidos a varios especialistas que intentan averiguar cómo tratar las enfermedades que caen en el ámbito de su competencia. Esto ayuda a explicar por qué el estudio reveló que los supervivientes de COVID-19 hacían alrededor de 1,5 veces más visitas ambulatorias al mes que los pacientes de la población general del Sistema de Atención Sanitaria de Asuntos de Veteranos.

“Nos enfrentamos a silos”, dijo Mylonakis. “Cada vez que hacemos un traslado, se pierde algo. El paciente pierde y eso puede empeorar sus otros síntomas prolongados de COVID-19”.

Por ejemplo, “si soy endocrinólogo, voy a analizar el nivel de azúcar en la sangre, no voy a detenerme en los otros 14 sistemas”, dijo. “Pero el problema del azúcar en la sangre puede ser consecuencia de que la persona tiene tanta debilidad y confusión que no puede ir al supermercado y comprar alimentos saludables, por lo que pide pizza”.

Mylonakis dijo que la naturaleza unificada del sistema de veteranos puede mejorar la coordinación de la atención y el intercambio de información del paciente entre los distintos especialistas, por lo que la frustración y la confusión en los pacientes fuera de ese sistema pueden agregar un nivel de estrés considerable que agrava sus síntomas.

Sin embargo, la complejidad de la covid prolongada también es muy evidente dentro del Sistema de Atención Sanitaria de Asuntos de Veteranos.

“Tengo pacientes que se levantan de la cama por 10 minutos para preparar una ensalada y no pueden comerla porque están completamente agotados, cansados por el tiempo en el que prepararon una ensalada pequeña”, dijo Al-Aly.

La investigación reveló que los sobrevivientes de la covid también eran más propensos a ingerir una gran variedad de medicamentos para sus problemas de salud recién adquiridos, incluidos los opioides, algo preocupante, aseguró Al-Aly, porque podría presagiar otra ola de problemas de adicción a los opioides en el futuro.

Al-Aly y sus coautores Yan Xie y Benjamin Bowe, ambos de la Universidad de Washington en San Luis, también analizaron los historiales médicos de 13.654 pacientes que habían sido hospitalizados debido a su infección inicial por coronavirus. Como era de esperarse, descubrieron que los pacientes más enfermos (los que necesitaron cuidados intensivos) corrían mayor riesgo de sufrir complicaciones a largo plazo, seguidos por los que fueron hospitalizados en salas normales y por los pacientes que nunca fueron hospitalizados.

No obstante, al menos algunas de las personas que nunca fueron hospitalizadas presentaron prácticamente todas las categorías de síntomas, desde el dolor torácico hasta la falta de aliento, pasando por la diabetes o la debilidad muscular.

Mylonakis y otros expertos señalaron que el conocimiento del virus y el estado del tratamiento médico están evolucionando con rapidez, y este progreso ya se está traduciendo en una mejora para algunos pacientes. Además, algunas personas con la COVID-19 prolongada han mejorado con el tiempo, ya sea por su cuenta o con la ayuda de un tratamiento.

Aun así, dijo Al-Aly: “Lo que tendremos que afrontar durante los próximos años, quizá incluso durante décadas, es el efecto de la pandemia en la salud a largo plazo de los estadounidenses”.

Y concluyó: “Nos sorprendieron desprevenidos para la covid. No fallemos con la covid prolongada”.

(Autora: Pam Belluck es una reportera de ciencia y salud cuyos galardones incluyen un Premio Pulitzer compartido en 2015 y el premio Nellie Bly a la mejor historia de primera plana. Es autora de Island Practice, un libro sobre un doctor peculiar.)

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