Comerciante asaltado narró los dramáticos hechos que culminaron con él y un ladrón heridos de bala
Policial 16:00

Comerciante asaltado narró los dramáticos hechos que culminaron con él y un ladrón heridos de bala

Ramón Rojas, de 60 años de edad, es un conocido comerciante cuyo local se ubica en la Avenida Joaquín de Viana. En la madrugada del domingo fue asaltado y baleado por dos hombres armados cuando con su esposa volvían del negocio. Los asaltantes se colaron en su casa cuando se abrió el portón y los sorprendieron minutos más tarde en la propiedad. Este lunes contó los dramáticos detalles en FM Gente.

“Ya cuando me atropellaron yo les dije otra vez ustedes, los reconocí, si eran los mismos, no les veo la cara pero les conozco el cuerpo, se los reconocí, no había manera”, dijo en uno de los momentos más dramáticos del relato.

Rojas recibió un balazo en el antebrazo. La bala le recorrió el brazo y se alojó en la axila. Contó al detalle lo sucedido, aún conmovido por los sucesos pero apuntando que un anterior asalto le había hecho, a él y a su mujer, tomar más cuidados para entrar a la casa.

Contó que “entraba con el auto porque tenemos un sistema para entrar a la casa, me estoy cuidando, el año pasado quedé mal, y entonces entramos a la casa y salieron de atrás de la casa los muchachos estos con dos armas, decididos a todo, a pegarme, a matarnos no sé lo que era”.

“Salieron apuntando (decían) ‘vamos para adentro, vamos para adentro’, me querían meter para adentro de mi casa y ahí tuvimos una trifulca que nos agarramos”, contó.

Prosiguió con que “cuando tengo agarrado a uno viene el otro corriendo, el más grande, el más flaco, y me pegó un golpe en la cabeza que creyó que me había desmayado, y enderezó a entrar a mi casa”.

“Porque mi señora había entrado disparando para adentro de mi casa a llamar por teléfono a la policía”, repasó atropelladamente. Después explicó que el sistema de seguridad que adoptaron es que ella entra primero a la casa y él se queda en la camioneta hasta ella lo hace.

Afirmó que cuando su señora entraba alcanzó a ver que aparecieron estos hombres de atrás de la casa, corriendo y con un arma de fuego cada uno. Ella del susto entró, se trancó en un cuarto chico, y empezó a tratar de llamar a la policía.

“Yo estaba luchando con el más chico, estaba luchando en la puerta para evitar que entraran porque si entran íbamos a tener más problemas, creo que terminamos mal ahí, uno sabe que la gente ésta cuando entra tan mal, no saben si lo van a matar, si le llega a ver la cara capaz que lo terminan matando”, sin motivo alguno, completó.

Ahí, en los abrazos que teníamos, el loco agarra o me tira el tiro él, yo no me acuerdo porque estábamos los dos enredados ahí, y como yo estaba con el arma en la mano ahí, yo no ando con el arma, tengo una pistola chiquita y como ya sé que vengo del susto de la otra vez, la dejo en la camioneta y le saco el peine de las balas, las pongo en otro lugar.

RECONOCIMIENTO, LUCHA, Y TIROS
“Ya cuando me atropellaron yo les dije otra vez ustedes, los reconocí, si eran los mismos, no les veo la cara pero les conozco el cuerpo, se los reconocí, no había manera”.

“Les digo: otra vez lo mismo, me vienen a robar, yo no puedo creer, pero esta vuelta se las voy a hacer difícil no van a tener suerte”, siguió.

Afirmó que “así fue, nos trenzamos ahí, me disparó; después yo le encajé…, yo tenía la pistola apoyada en la barriga y ahí le zumbé no más”.

“En ese momento que uno hace eso yo sentí que le encaje un chumbo, él me dio a mi porque me dejó el brazo duro hasta acá arriba, y el otro salía de la cocina meta disparar; tiraron como cuatro tiros, tiraron”, sigue contando acelerado.

Aseguró que cuando el que salió de la casa “vio que yo le había dado a este, que vio que…, porque ellos creyeron que me agarraban, me encajaban un tiro, me desmayaban allí con la culata del revólver, y que se iban a ir tranquilazos, no más”.

“No sabe lo que era, yo estaba vestido de blanco con delantal que salgo a trabajar, y rojo quedé, todo sangre era, tenía sangre por todos lados, un asesino parecía; la cocina me quedó todo llena de sangre, todo a la miseria”, salta a otra escena.

Y regresa: “El otro sale y casi me pasó por arriba del susto, porque él creyó que era fácil; yo saqué el arma para atrás pero se trancó arma, no sé qué pasó, no pude tirarle otra vez”.

“Y claro el otro se me vino por arriba, pero como yo lo tenía medio de escudo a este porque lo había agarrado del pescuezo, estábamos en la lucha ahí, no sé cómo el otro de las balas que tiró no le pegó al mismo socio de él”, detalló hechos mezclados con sus propios razonamientos.

“Fue muy poquito (tiempo) pero hay que estar en ese ratito ahí; y después se escaparon, salieron corriendo; a mí me quedó a la miseria el brazo, me quedó el brazo duro, y el flaco ese…, parecían unas gacelas, se tiraron por arriba de un…, yo tengo unas rejas altísimas con unos pinchos, y los locos saltaron como que no saltaran nada”, se desahogó.

Dijo que “uno se dio un porrazo allí que dice la vecina parecía que había caído una bolsa de papas; después fueron todos los vecinos a casa”.

Rojas señaló la colaboración de los vecinos que cuando vieron lo que pasaba llamaron de inmediato a la policía, mientras su señora, del susto, no pudo avisarles nunca.

“Yo no soy muy quieto no me amedrentan así nomás, pero la otra vez la hicieron fácil porque encañonaron a mi mujer con el revólver en la cabeza”, manifestó.

“No sé si soy muy guapo, mire que tengo 60 años pero no es de llevarme así nomás; soy normal como toda la gente, lo único que tiene es que cuando hay que echar para adelante, hay que echar para adelante, ese es el problema”.

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