“Era un acto bastante predecible”, sostuvo la especialista en dialogo con la Contratapa de la Revista de FM GENTE.
Silvana Giachero, psicóloga perito forense especializada en violencia y trauma, con un posgrado en psicología jurídica y un diplomado en alienación parental, analizó las múltiples aristas del asesinato de Luna Etchegoyen. “Un filicidio puede ser por varios motivos: altruista, cuando el progenitor quiere salvar a su hijo de un sufrimiento; también puede ocurrir que haya una crisis psicótica, y en esta alteración —donde se pierde el contacto con la realidad— puede delirar y asesinar a su propio hijo”, explicó.
Giachero agregó que existen otros escenarios posibles. “Otra situación es que el hijo sea usado para castigar a la pareja o a la institución: la rabia supera la realidad”, dijo. Para la especialista, estos actos no siempre llegan sin señales: “Era un acto bastante predecible en cuanto a lo letal de llegar a este extremo”.
Sobre el perfil del agresor, Giachero remarcó que “estamos hablando de una personalidad que necesita más que un consejo: necesita atención. Un trastorno de personalidad no se cura”. Y agregó que si bien son “casos muy aislados”, las últimas investigaciones indican que “la carga biológica es muy fuerte. Lo hereditario no solo proviene de los padres, sino también de los abuelos o tatarabuelos”.
Según la psicóloga, el contexto también tiene un rol central. “Los entornos tienen mucho que ver, así como las drogas o los medicamentos. A veces se protege al niño, pero no se trabaja con el adulto. Hay procesos que aumentan la desesperación de los padres”, afirmó.
Consultada sobre este caso puntual, Giachero señaló: “Yo lo veo como algo que ya se venía planificando, y el hecho de haberse suicidado es como darle fin a una situación que solo él tenía el control”. Y concluyó: “Lo más grave es que esta niña no murió por ser ella, sino por lo que representaba para su padre: un poder perdido, probablemente”.