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TRUMP CON O SIN APOYO? Dos años después de su elección, Donald Trump enfrenta su primera y verdadera prueba electoral. Los votantes norteamericanos deben elegir, hoy martes 6 de noviembre, el total de sus 435 representantes y un tercio de sus senadores (35 exactamente). El presidente de Estados Unidos espera poder seguir disponiendo, al día siguiente de esta votación de medio término, de una mayoría republicana en el Congreso. Las elecciones podrían tener importantes consecuencias para este país y para el mundo.

En efecto, el Partido Republicano controla el Senado (51 senadores republicanos contra 49 senadores demócratas) y la Cámara de representantes (235 representantes republicanos contra 193 representantes demócratas y 7 puestos vacantes), pero podría perder al menos una de las dos cámaras.

Muchos de los electos, tanto republicanos como demócratas, están seguros desde ahora de su reelección. Entre las 470 elecciones que deben tener lugar, solo un puñado de ellas decidirá entonces en realidad el porvenir del Congreso. Para estas elecciones como para los resultados en conjunto, el suspenso sigue latente y diferentes escenarios son todavía posibles.

Para tomar el control de la Cámara de representantes, los demócratas necesitan obtener 24 curules, hoy en día ocupados por los republicanos que siguen conservando sus 193 representantes (la mayoría está en 217,5). Sin embargo, entre las 30 votaciones cuyo resultado es incierto, según las encuestas, 29 curules están ocupados por republicanos. Sería entonces perfectamente posible que la Cámara de representantes tambalee hacia el lado del Partido demócrata. Si le creemos a la página web especializada en análisis estadísticos de la vida política norteamericana ‘FiveThirthyEight’, los demócratas tienen entonces un 84% de probabilidades de obtener la cámara de base del Congreso.

Donald Trump parece, incluso, estar considerando este caso en concreto. La semana pasada declaró a la agencia Associated Press que él no sería el responsable de una derrota republicana en la Cámara de Representantes.

Semejante escenario conduciría, sin lugar a dudas, a un bloqueo institucional. Al controlar una de las dos cámaras del Congreso, los demócratas estarían en capacidad de bloquear la agenda legislativa de los republicanos. Por el contrario, sin el control del Senado, se verían también impedidos para poder poner a voto sus propias medidas.

Por otro lado, una situación así aumentaría el riesgo de un ‘shutdown’ del Gobierno si los republicanos y los demócratas no lograran ponerse de acuerdo en temas mayores, como el del presupuesto.

Además de la Cámara de Representantes, los demócratas necesitan arrebatarle al menos dos curules de senadores a los republicanos para tomar el control completo del Congreso. Este escenario parece poco probable porque un poco menos de la mitad de los nueve curules para los que la elección queda abierta, según las encuestas está actualmente ocupada por demócratas.

Si estos últimos lograran de todas maneras invertir la balanza, Donald Trump tendría de qué preocuparse. Los demócratas tendrían no solamente el poder de poner en marcha su programa, inclusive en caso de veto del presidente, pero también podrían oponerse a los nombramientos de Donald Trump.

La pregunta por una destitución del presidente norteamericano también está en todas las bocas. Pero incluso si cerca del 78% de los demócratas (y el 79% de los que se denominan “liberales”) apoyan la idea de un procedimiento de destitución de Donald Trump, los dirigentes demócratan han rechazado esta posibilidad, afirmando que una destitución no debería figurar en su programa electoral. De todas maneras, semejante procedimiento sería complicado ponerlo en marcha: es muy poco probable que los demócratas obtengan los dos tercios de los curules necesarios en el Senado para destituir a Donald Trump.

Para conservar su dominio sobre el Congreso, los republicanos simplemente necesitan obtener los curules que ya ocupan. Pero la misión parece difícil. La página ‘FiveThirtyEight’ estima así que el Partido republicano tiene un 16% de probabilidades de obtener un statu quo.

Sin embargo, aunque semejante escenario tuviera lugar, los republicanos tendrían entonces toda la libertad para seguir gobernando como lo han hecho durante los últimos dos años: como por ejemplo, validar sistemáticamente las nominaciones de Donald Trump o incluso seguir dedicándose al desmantelamiento del Obamacare y a la reducción de los gastos sociales (Medicare, Medicaid, etc).

Un último escenario es, en teoría, posible: un Congreso dividido con un Senado controlado por los demócratas y una Cámara de representantes controlada por los republicanos. Pero ningún analista político considera que estos resultados sean factibles

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