IMPARABLE. Destrucción y muerte ha dejado a su paso el más grande y feroz incendio desatado en California. Para algunos es el más devastador de la historia o por lo menos del siglo. El hallazgo de seis nuevos cuerpos en el incendio forestal que devasta el norte de California desde el jueves ha incrementado la cifra total de fallecidos en los dos grandes fuegos activos en el estado a 50.
En una conferencia de prensa, el sheriff del condado de Butte, Kory Honea, ha informado de que ha pedido el apoyo de 100 reservistas de la Guardia Nacional para que ayuden en las tareas de localización de restos humanos, puesto que todavía hay personas desaparecidas.
La cifra de desaparecidos que habían ofrecido las autoridades era de alrededor de 200, pero Honea admite no poder dar un número actualizado (que no cuente a quienes han sido localizados en las últimas horas) a causa del enorme volumen de trabajo y lo caótico de la situación.
Miles de bomberos siguen luchando para contener el llamado Camp Fire, a los pies de las montañas de la Sierra Nevada y al norte de la capital estatal Sacramento, mientras equipos de búsqueda han tenido la penosa misión de ubicar más restos de fallecidos. El fuego está controlado en un 35%.
Aunque es difícil tenerlo claro debido a ciertas inconsistencias en los registros, Camp Fire parece ser el incendio forestal más mortal en un siglo en Estados Unidos, desde que el Cloquet Fire mató a unas 1.000 personas en Minnesota en 1918.
El Camp Fire es el más grande de varios focos activos en el estado, que han provocado la evacuación de más de 250.000 personas y que son avivados por vientos de hasta 100 kilómetros por hora. Es también el más destructivo que se haya registrado en la región.
Los desaparecidos son sobre todo gente mayor
Ya es, con 50 fallecidos, el más mortífero de la historia del estado, además del más destructivo al haber arrasado 8.917 edificios. Ha hecho arder 45.000 hectáreas y ha barrido con 6.500 casas en la ciudad de Paradise, en el condado de Butte, prácticamente borrándola del mapa.
Paradise, la localidad que ha quedado completamente arrasada por la conflagración, se encuentra en la falda de la Sierra Nevada estadounidense, en un clima seco y soleado que en el último medio siglo ha atraído a muchos jubilados, lo que ha hecho que la población se triplicase en 50 años.
Medios de comunicación locales apuntaron que muchas de las personas que permanecen desaparecidas son gente mayor, algunas con movilidad reducida, lo que habría dificultado su evacuación.
Más de 5.100 bomberos de todo el país intentan frenar las llamas, mientras equipos de búsqueda especializados recorren las ruinas para identificar restos humanos, en ocasiones reducidos a solo un puñado de cenizas.
El presidente Donald Trump ha declarado "una gran catástrofe en el estado de California" y ha ordenado "ayuda federal adicional" para las áreas afectadas, ha dicho la Casa Blanca a través de un comunicado. Esto libera fondos para los condados de Butte, Los Ángeles y Ventura.