Miami Herald
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HISTORIAS TRAGICAS Y DE HEROISMO EN EL ATENTADO DE BOSTON. Agentes del FBI registraron este martes de madrugada un piso en Revere, un suburbio a ocho kilómetros del centro de Boston, en busca de pistas del terrorista que colocó las bombas en el maratón, según confirmó la policía estatal de Massachusetts. En rueda de prensa, Richard DesLauriers, jefe del FBI en Boston, dijo que "la investigación está muy activa", pero no existe actualmente ninguna "amenaza" nueva.
La ciudad se ha despertado este martes entre la incertidumbre y el horror de los detalles de la masacre en la carrera. Los colegios y las universidades han abierto sus puertas. Pero se ha suspendido el partido de los Celtics, el equipo de baloncesto local, y la policía mantiene cerradas 12 manzanas en torno al lugar donde se produjo la explosión. La ciudad está tomada por las fuerzas del orden y los perros policía olisquean las bolsas de los viajeros en las estaciones de tren y metro. Los bostonianos aún intentan hacerse a la idea de que su ciudad ha sido atacada.
Las dos bombas estallaron diez minutos antes de las tres de la tarde con 12 segundos de diferencia a pocos metros de la meta y asesinaron a tres personas, entre ellas un niño de ocho años del barrio obrero e irlandés de Dorchester. El niño fue identificado como Martin Richard. El pequeño fue a abrazar a su padre, que corría en la carrera y llegaba a la línea de meta, cuando estalló la bomba. Su madre y su hermana sufrieron heridas graves y están hospitalizadas en condición crítica.
HEROE
Uno de los héroes de la tragedia del Maratón de Boston es el hombre con el sombrero de vaquero que en fotografías y videos se ve ayudando a un herido grave.
Se llama Carlos Arredondo, originario de Costa Rica, y ha vivido en carne propia lo que es el dolor.
En el 2004, Arredondo, murió su hijo mayor, infante de Marina destacado en Irak,
En 2009 perdió un segundo hijo cuando el joven se suicidó.
Sin embargo, en medio de la tragedia se encuentra el heroísmo. En una de las fotografías más vistas del caos de Boston, se puede ver a Arredondo con su sombrero de vaquero, ayudando a hombre que perdió una pierna en la explosión y conduciéndolo a recibir ayuda médica.
"No dejé de hablarle ni un momento, diciéndole, ‘Sigue oyéndome, no dejes de oírme’ ", le dijo Arredondo al periódico The Portland Press Herald.








TRAGEDIA FAMILIAR
Liz Norden, madre de cinco hijos, acababa de llegar a casa del supermercado cuando sonó su teléfono: "Mamá, me duele mucho". Al otro lado del auricular se encontraba su hijo Paul, de 31 años, viviendo un infierno. Estaba en una ambulancia siendo transportado a toda prisa al hospital.

Hasta donde su madre sabía, su hijo había acompañado a su hermano J.P. -de 33 años- a ver un amigo correr en el maratón de Boston. En aquel momento, él no era consciente de que había perdido una de las piernas a causa de las explosiones ni de que su hermano -al que había perdido de vista en mitad del caos- había corrido la misma suerte. Eran dos de las 176 personas que habían resultado heridas por las explosiones que sembraron el terror en la ciudad.

Cada uno de ellos había sido llevado a hospitales distintos, uno al Beth Israel Deaconess y el otro al Hospital Brigham, donde estaban siendo atendidos de sus graves heridas.
Una pesadilla salvaje

"Ni en mis sueños más salvajes pude imaginar que esto pudiera ocurrir", se lamentaba su madre el lunes por la noche mientras esperaba tener noticias del estado de sus hijos en el exterior del Beth Israel Deaconess. Los doctores no habían autorizado todavía las visitas. "Me encuentro mal, creo que podría desmayarme", decía a 'The Boston Globe'.

Norden todavía estaba tratando de asimilar lo que le había ocurrido a sus dos hijos mayores, ambos techadores que se habían quedado recientemente en paro. La novia de Paul también resultó herida en la explosión y se estaba recuperando de sus quemaduras en el Tufts Medical Center. Los tres se encontraban junto al niño de 8 de años que murió a causa del incidente.

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