En conductas delictivas no está todo contado
Policial 09:00

En conductas delictivas no está todo contado

J.F. tiene 34 años de edad, antecedentes penales, y también una forma de ser muy particular. Le gustan los relojes (ajenos) de colección. Y tiene espíritu emprendedor: cuando en el juzgado supo que era procesado ofreció al juez negociar su libertad a cambio de devolver todos los relojes que robó hasta ahora. El magistrado le dio una respuesta contundente: le envió de inmediato a Las Rosas.

J.F. tiene debilidad por los relojes de colección, en tiempos en que la tecnología los ha convertido en verdaderas reliquias. Los actuales relojes a pila, con esferas que simulan las tradicionales o con pantalla que exhiben números digitales, no dan ni por asomo la satisfacción de llevar una antigua máquina bien mantenida, funcionando a la perfección, prendida a una de sus muñecas. Es sólo para gourmets de la relojería.

El protagonista de esta historia tenía junto a su debilidad por los relojes de colección, un gusto adicional: debían ser ajenos, debían representar un desafío a la capacidad de pergeñar la forma más segura de hacerse de cada uno.

El último desafío que se planteó J.F. le llevó ante un juez. Fue en una casa de la zona de El Faro de Punta del Este. Había que entrar en un momento que representara un riesgo para su integridad ni su libertad, apoderarse de los relojes que supo que había allí, y marcharse. Simple.

J.F. ingresó a la casa mediante escalamiento de muros. Una ves dentro de la residencia buscó hasta que encontró los relojes que elegía para llevarse. El damnificado por el robo valuó en ocho mil dólares el coste de los relojes que se llevó.

ALGO FUE MAL PENSADO

El autor de este robo debió programar algo mal, porque dejó algún indicio que permitió a los funcionarios policiales saber que había sido él quien hizo la fechoría.

Identificado el autor, la detención es cuestión de método y paciencia. Y la búsqueda terminó con la detención de J.F.

Enterado el juez en lo Penal de turno, dispuso hacerse cargo del caso. Ordenó que le llevaran todos los detalles, que revisó, también repasó los interrogatorios, y llegó a la convicción que debía pronunciarse dictando el procesamiento con prisión por la comisión de un delito de hurto especialmente agravado por la penetración domiciliaria y otros factores.

Cuando J.F. fue informado que iba a ser procesado pidió hablar con el juez cara a cara, y le planteó un trato: que le dejara libre, y él devolvía todos los relojes que se había llevado.

El juez ni siquiera respondió; dio la orden de que se lo llevaran a empezar a cumplir de inmediato la prisión preventiva en la cárcel de Las Rosas, mientras se completa el proceso judicial hasta el dictado de la sentencia.

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