Gobierno entiende que curriculum de Miguel Ángel Silva demuestra “idoneidad” para estar al frente de la representación diplomática en Etiopía.
La decisión del gobierno de Yamandú Orsi de designar como embajador en Etiopía a Miguel Ángel Silva Castro causó molestias en la oposición, provocó todo tipo de comentarios en redes sociales y hasta fue cuestionada por un reconocido historiador uruguayo vinculado a la cultura afro.
La votación de la venia de Silva ingresó al Senado el 22 de diciembre con carácter grave y urgente. La oposición criticó la forma en que se trató el tema en el Parlamento, porque al votarse de esa manera no se analizó en la comisión correspondiente, y también puso reparos a la formación de Silva, un auxiliar contable que cuenta con cuarto año de liceo aprobado.
Los gobiernos tienen la potestad de nombrar a sus embajadores entre diplomáticos del servicio exterior y también a través de designaciones de tipo político. En esos casos se trata, en general, de personas con una trayectoria política destacada o de confianza del gobierno de turno, como es el caso del exvicepresidente Rodolfo Nin Novoa en Brasil, o de Juan Raúl Ferreira en Roma.
En este gobierno también se apeló a la designación política para el polémico nombramiento de la exvicecanciller Carolina Ache en Portugal, cuestionada por la oposición por el rol que tuvo en el gobierno anterior en la causa relacionada con Sebastián Marset. Ache es embajadora solo con los votos del Frente Amplio.
Los distintos gobiernos han realizado nombramientos de tipo político, pero a diferencia de lo que ocurrió con Ache y con Silva, en general no hay reparos, más allá de algún caso que no logró concretarse en el pasado.
Por ejemplo, en la administración anterior, Luis Lacalle Pou designó a Andrés Durán, un abogado de su confianza en Estados Unidos. Es habitual que la representación diplomática en Washington la ocupen personas de confianza de los presidentes. En el pasado, Jorge Batlle eligió al exvicepresidente Hugo Fernández Faingold y José Mujica al exdiputado Carlos Pita, por mencionar algunos ejemplos.
Pero el caso de Silva Castro no entra en ninguno de esos esquemas, porque no se trata de un diplomático de carrera y hasta ahora no tenía una trayectoria política conocida tan cercana al gobierno que pareciera explicar la designación.
La senadora nacionalista Graciela Bianchi publicó en su cuenta de X el pedido de venia del gobierno acompañado del curriculum de Silva. “La literalidad es propia de los ignorantes: para ser Embajador se necesita especialización en relaciones internacionales; todo lo demás corresponde a la formación primaria. Es gravísimo que se haya incumplido la Constitución y el reglamento del Senado al aprobar una venia contraria a derecho. ¿Cuál es el objetivo? Claramente, impedir que los senadores pudieran escuchar, evaluar y repreguntar a una persona designada como embajador que solo tiene formación primaria y ninguna experiencia. Además, no es conocido profesionalmente en ningún ámbito. ¿Queda claro?”, escribió Bianchi.
Quién es Silva
La solicitud de venia de Silva tiene las firmas del presidente Orsi y del canciller Mario Lubetkin. En el caso de Orsi, el sello oficial está puesto dos veces, porque uno se colocó al revés sobre la hoja.
En la solicitud se destaca la “la capacidad y eficiencia” de Silva “ha quedado de manifiesto en el curriculum vitae que se adjunta” y se agrega que “constituye para el Poder Ejecutivo un factor evidente de idoneidad para las responsabilidades” de embajador.
El curriculum en cuestión, que circula en redes sociales luego de que lo difundieran algunos parlamentarios, es un documento en Word de varias páginas impreso en blanco y negro, que detalla la participación de Silva en distintas actividades vinculadas a la comunidad afro.
Silva nació el 29 de agosto de 1957, convive en una unión libre y tiene un hijo. En su formación figura que es Auxiliar contable de la UTU y que cursó Educación Secundaria con “cuarto año aprobado”.
En el documento figuran distintos cursos realizados: desde un taller para capacitación de docentes organizado por los ministerios de Educación y Desarrollo Social, pasando por un “curso de formación a distancia” sobre el que no se detalla el contenido, un “taller de resolución de conflictos” organizado por Mundo Afro y Programación en PC, “dictado por la Municipalidad de Buenos Aires”.
El curriculum menciona entre los idiomas “inglés” y también presenta a Silva como “activista y experto en desarrollo y derechos de las y los afrodescendientes”. En ese sentido, se incluyen varias referencias a cursos y colaboraciones realizadas con Mundo Afro. También figura que realizó un taller de informática en INEFOP y en la ONG Participación Popular, entre otros puntos de su trayectoria.
Además, se incluye un listado de participaciones y conferencias relacionados con temas afro en Uruguay y en el exterior.
La opinión de Chagas
El historiador y escritor Jorge Chagas, referente de la comunidad afro en Uruguay, realizó en las últimas horas un posteo en la red social Facebook cuestionando el nombramiento de Silva.
Chagas relató la historia de un “hombre negro”, hijo de un chofer de un dirigente del Partido Nacional, que en la década del 60 obtuvo una recomendación para ingresar al servicio exterior.
“Empezó desde muy abajo y tuvo que estudiar muchísimo, preparar exámenes muy difíciles y aprender idiomas. Obviamente su nivel cultural se elevó al cubo. Además que su lenguaje y conducta – incluso la vestimenta - adquirieron un modo muy formal, estricto, siempre ceñido a un riguroso protocolo. Corrían los años ’60 y las ‘líneas de color’en la sociedad uruguaya estaban muchísimo más marcadas que en el presente”, recordó Chagas.
“Muchos blancos consideraban que el ‘Tato’ no iba a poder lograrlo y no pocos negros, se mofaban de él. Pero, contra viento y marea, el ‘Tato’ se recibió y comenzó una carrera diplomática intachable que tuvo su culminación cuando fue nombrado Cónsul en Miami. De haber nacido unas décadas más tarde, muy probablemente, hubiese llegado a ser designado Embajador en algún país. Pero cada uno es hijo de cierto tiempo histórico y debe sobrellevar, lo mejor posible o lo mejor que pueda, las mentalidades de la época en que le toca vivir”, agregó.
Chagas recordó ese episodio a propósito del nombramiento de Silva como embajador en Etiopía. “En lo personal considero que un Embajador debe tener una sólida formación no sólo intelectual sino que debe conocer al dedillo todo el andamiaje administrativo –burocrático del mundo diplomático si quiere tener éxitos en sus objetivos. De lo contrario, está condenado a la inercia”, dijo el historiador.
“Desde las asociaciones afro se afirma que tal designación apunta a retomar los lazos con África, ya que ‘es un derecho y una necesidad para la comunidad afrodiaspórica y para todo el país, proyectando desarrollo y memoria’. Estoy totalmente de acuerdo, pero para lograr esa meta se necesita una sólida preparación. No basta con voluntad y buenas intenciones”, añadió.
Chagas aclaró que el hecho de que una persona solo tenga primeria completa no lo hace “inferior a nadie” y tampoco significa que “no sea educado, honesto o carezca de capacidad de aprendizaje”.
“Tal vez Silva Castro sí posea las condiciones para el cargo. El problema es que lo ideal hubiese sido que se presentara ante la Comisión de Venias del Parlamento y detallara minuciosamente cuál será su plan de trabajo para establecer conexiones comerciales y culturales no sólo con Etiopía sino con el resto de África. Al no hacerlo deja flotando en el aire la sensación de que, en realidad, es un nombramiento por criterios estrictamente políticos, cuando no raciales. Es un activista afro de toda la vida y se lo busca premiar. En definitiva, ¿no fue este el argumento central de la senadora ‘Mae’ Susana Andrade?”, se preguntó.
Chagas planteó “humildemente” que si “la comunidad afrouruguaya” quiere avanzar debe preocuparse por tener gente altamente preparada para ello. “Preparación requiere vocación, esfuerzo, dedicación”, agregó.
“Lo político no debe estar por encima de lo jurídico, ni tampoco de los méritos”, concluyó.
Foto: Solicitud de venia de Silva.