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El socio administrador de un comercio ubicado sobre la ruta Interbalnearia, a la altura del kilómetro 117, en Solanas, se presentó a la subcomisaría del lugar para radicar una denuncia contra una empleada.

Explicó que la mujer se desempeñaba como cajera, y que mediante distintas estratagemas encubría que se iba quedando con distintas sumas del flujo diario del comercio. Agregó que la maniobra se había repetido muchas veces, sin precisar cuántas.

Los efectivos policiales citaron a la joven a que se presentara en la subcomisaría a los efectos de tener su versión de lo ocurrido. La muchacha empezó por admitir que había pasado lo que su patrón denunció.

De inmediato contó algunos ejemplos de los ardides que usó para encubrir sus maniobras, Dijo que, por ejemplo, registraba como que había tenido que pagar la devolución de envases, sin que ello hubiera ocurrido, lo que sugiere que era por pequeñas sumas sucesivas se arriesgó a todo lo que le pasó desde ese momento.

El caso fue puesto en manos de la juez en lo Penal de 4º turno, la que en las últimas horas se pronunció dictando el procesamiento de C.C.C., de 19 años de edad, como autora de un delito continuado de estafa.

La magistrado tuvo en cuenta la condición de primaria absoluta de la acusada, y evaluó que pese a su gravedad, el delito que cometió fue siempre de poca monta, más parecido a a una travesura adolescente que a una mente delictiva, por lo que la eximió de cumplir con la prisión preventiva mientras se completa la instancia judicial.

Sin embargo, y para marcar un mojón en la conducta de esta adolescente, la obligó a cumplir, durante los próximos dos meses, con ir a la comisaría más cercana a su domicilio los sábados al mediodía, y permanecer allí detenida hasta la medianoche del domingo. Treinta y seis horas de arresto semanal obligatorio, durante dos meses, para que no se olvide con facilidad de lo que pasó.