Fraude de Monica Rivero: Lestido lleva a la justicia a KPMG y a ex Conrad por controles
Justicia 12:00

Fraude de Monica Rivero: Lestido lleva a la justicia a KPMG y a ex Conrad por controles

La aparición de la ex jefa de finanzas y tesorería de la empresa Lestido, su pedido de procesamiento y los detalles que se comenzaron a conocer sobre la maniobra que durante 11 años concretó contra sus empleadores y por la que se alzó con más de 7.5 millones de dólares, tiene un nuevo coletazo. Según publica este domingo el diario El País, en la Justicia Civil se tramitan dos juicios: la empresa Lestido entabló una demanda contra KPMG por entender que un procedimiento de auditoría responsable habría detectado el fraude de Rivero a tiempo y, por otro lado, Lestido está en fase de conciliación con Enjoy (ex Conrad) y es de esperar que en breve se presente una demanda por haber omitido los controles que debería haber hecho el casino por ser sujeto obligado en la prevención de lavado de activos.

La ex funcionaria de confianza de Lestido, Mónica Rivero, que trabajó durante 24 años en la firma como jefa de finanzas y tesorería con un sueldo de $ 81.287 nominales, apostó de a miles de dólares en efectivo en el casino puntaesteño —una noche llegó a jugar medio millón—, obtuvo una tarjeta VIP, fue agasajada como a los mejores clientes "y a nadie se le ocurrió preguntarle por el origen del dinero", publica el matutino.

Rivero, junto a su marido y sus dos hermanos, dejó en las salas del casino de Punta del Este, entre 2007 y 2017, US$ 4.244.924.

Rivero empezó a robar en 2006. El primer año fueron "apenas" US$ 83.680. Al ver que pasaba desapercibida, fue subiendo la apuesta hasta llegar a 2011, cuando logró sacar US$ 1.293.233. Luego de ese pico máximo se moderó, muy posiblemente porque la venta de vehículos 0 km. había caído.

¿Cómo lo hacía? Rivero recibía de los proveedores de Lestido las "confirmaciones de saldo" por mail, es decir, los saldos de las cuentas corrientes adeudadas por la empresa. Durante años la mujer modificó esos saldos, envió la cifra fraguada a KPMG y extrajo para sí dinero del pago a proveedores. Cuando estos reclamaban, ella arrastraba el pasivo a otro proveedor o sacaba fondos de otros depósitos. El informe de la auditoría, incluido en el expediente, lo explica así: "La operación consistía en generar asientos contables falsos sobre depósitos en efectivo, que pudieran justificar las salidas de caja de la empresa. El ocultamiento contable de estos valores consistía en subvaluar contablemente pasivos de la empresa y sobrevaluar activos".

En 2016 KPMG cambió su gerente y este consideró que las confirmaciones de saldo no podían tener empleados intermediarios. Esto puso en aprietos a la tesorera, que igual se las rebuscó: según surge del expediente, a uno de los proveedores le comunicó el mail de la auditora de KPMG con una letra cambiada a propósito, de forma de que el correo rebotara, lo recibiera solo ella, y luego pudiera reenviarlo con el monto modificado.

La auditora y su supervisor declararon en el juzgado de Crimen Organizado (adonde llegó el caso en el momento en que se supo que el fraude alcanzaba los 2.5 millones de dólares), y allí contaron cómo el suceso del correo mal escrito encendió las alarmas. Desde KPMG pidieron al jefe de Rivero que solicitara a los proveedores una vez más las confirmaciones de saldo, pero sin intermediarios. Allí surgió la diferencia, pero ya era tarde. Rivero ya se había fugado.

En el juzgado, al jerarca de KPMG le preguntaron si era "de estilo chequear la información de un empleado de la empresa con los proveedores", a lo cual él contestó: "Las normas profesionales no lo piden. Dicen pueden. No había nada que hiciera pensar que esas cartas fueran falsificadas. Por eso el auditor no tiene por qué desconfiar (de) si son o no fraguadas". Le siguieron preguntando, y entonces aseguró que el trabajo de auditor no es revisar el "control interno", sino "verificar si los saldos presentan razonablemente la situación de la empresa".

KPMG fue desvinculada de Lestido, pero antes llegó a informar en su balance de 2016 que el daño total había ascendido a los US$ 7,6 millones.

En su confesión, Rivero demostró conocer a fondo la forma de trabajo no solo de Lestido, sino también de KPMG. Y afirmó: "Faltó control y sobró confianza".

El 22 de febrero de 2017, nueve días después de la desaparición de Rivero, la realidad empezó a salir a la luz. Un equipo de la dirección policial de Crimen Organizado se presentó en la vivienda del barrio Las Acacias, donde viven el padre, el hermano y la hermana en una casa, y Mónica y su marido en un apartamento al fondo.

Buscaban rastros que pudieran aclarar la ausencia, y también el dinero faltante de la caja de Lestido. Pero allí se encontraron con mucho más. De la casa del frente se llevaron dos computadoras, siete celulares, pendrives, discos duros, una táblet, un grabador de voz, cuatro tarjetas de puntos del Conrad (dos a nombre del marido, otras dos a nombre del hermano) y US$ 6.000. Del apartamento se llevaron 4.918 pesos argentinos, 300 dólares, 355 euros, 7.900 pesos uruguayos, tres billeteras, una tarjeta de crédito, 14 cajas vacías de joyería Revello, cadenas, relojes, pulseras, anillos (31 joyas en total, de oro, de plata, con brillos), cuatro celulares, cuatro pasaportes, un Ipad y tarjetas varias.

Cuestionado el marido de Rivero acerca de por qué no mencionó el asunto del juego cuando declaró por la ausencia de su esposa, respondió que padece diabetes nerviosa y eso le genera un trastorno que le enlentece el razonamiento: "Al no pensar rápido me olvidé de que concurríamos al casino". El hermano, en tanto, dijo: "Porque, la verdad, soy un tarado".

La investigación de Perciballe y Ruibal puso entonces el foco en el Casino del (en aquel momento) Conrad. El gerente de servicios legales del casino les informó que Rivero y su marido eran jugadores VIP y que a nombre de él figuraba una tarjeta de beneficios "seven star". Es un plástico que se otorga a quienes acumulan 200.000 puntos, y cada punto se obtiene con US$ 16. Es decir, se la dieron después de jugar US$ 3,2 millones. A nombre del hermano también detectaron una tarjeta "diamante" (de menor categoría). Esto le permitió a todo el núcleo familiar alojarse gratis en el hotel y canjear "comps" (puntos) por beneficios. Y allí sí que se daban todos los gustos: restaurante, spa, masajes, peluquería, boutique de ropa, boutique de souvenirs, boutique de revistas, traslados.

En el casino todos ubicaban a los Rivero, especialmente a Mónica. Su marido y su hermano declararon que ella era la que jugaba "fuerte". Los empleados coincidieron. El jerarca del Conrad admitió en el juzgado que si bien eran clientes VIP, no eran de los "destacados". Agregó: "estas personas venían a jugar en efectivo y se llevaban efectivo. No están en ninguna lista negra del World Check. Tenemos conocimiento del cliente, no vamos a fondo con el volumen de ingresos. Tenemos políticas muy estrictas, garantizamos que ciertas cosas no ocurren, pero el detalle de los ingresos creo que no lo tenemos".

Lo que sí pudo verificar el casino fue el monto final del gasto: US$ 3.598.097 con la tarjeta a nombre del marido de Rivero, y US$ 646.827 con la del hermano.






Copyright: El País
foto portada: Francisco Flores para El País
infografía galería: El País

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