Facebook Twitter WhatsApp

Vecinday reveló que habían llevado como iniciativa la propuesta de imponer que sea el mismo trabajador el que decida cuando y como se quiere jubilar. “El mundo está muy predispuesto a trabajar en esta línea, y teniendo en cuenta que los porcentajes de adultos mayores siguen creciendo en este país, nosotros debemos ser gente mucho más posibilidades de seguir integrados” trabajando, dijo Vecinday.

El 1º de julio de 2009 el gobierno de Uruguay rebajó de 65 a 60 años la edad para acceder a la jubilación, lo que abrió la puerta para que una avalancha de empresas decidieran mandar a la pasividad a sus trabajadores con mayor antigüedad, para tomar en su lugar a jóvenes que perciben remuneraciones mucho menores y son formados a la medida de cada compañía. La avalancha fue tan grande que el Banco de Previsión Social tuvo un atraso de hasta dos años para otorgarle la jubilación a muchos de aquellos que en 2009 fueron empujados a la pasividad.

La medida fue adoptada pese a que en el mundo la tendencia es la inversa, aumentar la edad jubilatoria, teniendo en cuenta cómo pesa en las cuentas públicas el pago de las remuneraciones por retiros. En Japón, que inició esta tendencia en los años ’80, tardó cinco años para que las empresas salieran a buscar a los trabajadores que habían jubilado, porque se dieron cuenta que habían perdido una calidad laboral que estaba en la experiencia de esos ahora pasivos. El regreso de muchos nipones a la actividad fue conseguido por las empresas ofreciéndoles remuneraciones muy superiores a las que tenían cuando el retiro.

En Uruguay un jubilado, con todas su historia laboral en orden, lo que no depende de su voluntad sino del BPS que fiscaliza en el tema, y de que las empresas que hicieron los descuentos jubilatorios al trabajador hayan aportado esos dineros, pasa de la noche a la mañana a percibir de ingresos menos de la mitad de lo que recibía cuando estaba en actividad, de acuerdo a la normativa actual.
El gobierno actual había agitado la idea de impulsar una ley que permitiera a los jubilados volver a trabajar y, en ese caso, los que regresaran volverían a aportar como lo hacían en actividad. Sin embargo, esos aportes no modificarían su situación jubilatoria, porque esta permanecería congelada. En los hechos la viabilidad de la iniciativa gubernamental fue cuestionada por el mismo mercado, que desde el 1º de julio de 2009 anuló la demanda de personas que estuvieran próximas a los 60 años, y mucho más para quienes tienen algo más. Algunos jubilados buscan artificios para volver a trabajar, sin que el Estado se quede con una buena parte de sus remuneraciones.

Vecinday aseguró que “hay una cantidad de posibilidades que se están abriendo en este momento para los jubilados, inclusive en el tema de volver a trabajar”. “La perspectiva de que la jubilación a los 60 años sea optativa, aceptando que hay gente que tiene ganas de seguir trabajando y se siente muy bien, y no tenemos por que exigirles que de la noche a la mañana queden cobrando un 50% de lo que ganaba en actividad, y además en una situación de total inactividad”, agregó.