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“Tienen que pasar vergüenza, ya sea porque son responsables por los hijos menores, o ya sea porque ellos cometieron un delito y tienen que cumplir con tareas comunitarias”, sentenció la señora Pérez como argumento de su pedido.

Y fue más lejos, reclamó que sus palabras sirvan de advertencia para otros poderes del Estado: “Estas palabras quiero que pasen a la Suprema Corte de Justicia para que revean y que en la ley diga específicamente que van a ser identificados, y a la comisión de Legislación y Código de Diputados y de Senadores”, dijo.

NO LA ESCUCHARON

La curul reivindicó su pedido, que ya había sido planteado en la Junta y se quejó de que ni siquiera le respondan.

“Ya lo había planteado pero como los ediles desgraciadamente, para los organismos nacionales y departamentales no existimos, sí cuando necesitan pedir que los ediles les demos anuencia para declarar de interés departamental muchas cosas, ahí existimos”, pasó factura desde su visión.

Agregó que “hace mucho tiempo, también, cuando salió la ley de tareas comunitarias con respecto a las infracciones de tránsito, yo solicité y que pasaran a varios organismos que aquellas personas que cumplan con tareas comunitarias estén identificadas, porque esas personas que cumplen tareas comunitarias están cumpliendo porque cometieron un delito”.

“En los países del primer mundo todas las personas que cumplen tareas comunitarias se identifican con un chaleco de color”, afirmó, como máximo respaldo a lo que reclamó.

QUE SIENTAN VERGÜENZA

Pérez explicó por qué quiere agravar los castigos ya establecidos: “Yo lo pedí porque creo que es un castigo que están cumpliendo, y ya que no se los mete en la cárcel, que sientan vergüenza, que tengan que explicar por qué tienen ese chaleco”.

“Porque no están haciendo una tarea comunitaria porque se portaron bien, están haciendo una tarea comunitaria porque se portaron mal, y eso puede servir de ejemplo porque a muchos por darles vergüenza quizá no cometan los delitos que se cometen para hacer tareas comunitarias”, dijo, pasando por alto que la tarea comunitaria ya es un castigo.

Agregó que hubo “otro planteo que hizo una compañera edil, y sigo en la misma línea de que no se escucha a los ediles y que nosotros no decimos las cosas porque sí, sino porque se las plantea la gente, porque vemos los problemas en directo y siempre tenemos que depender, desgraciadamente, de las contestaciones del maldito centralismo montevideano que nunca nos contesta y nunca nos escucha”, descargó.

“Parece que los únicos que son halados y tocados por la varita mágica de Dios son allá, en la capital”, redondeó señalando a otro chivo expiatorio de sus quejas.