Facebook Twitter WhatsApp

Mirta Giménez (68), viajó el pasado 29 de julio a España junto a sus nietos Bruno (9) y Nicole (12) para visitar a su hijo, el maldonadense Schugar Puchalvert que está radicado en Barcelona.
La señora explicó que llegó a Barajas donde tomaría otro avión para dirigirse a Bercelona. “Ahí en ventanilla enseguida que mostramos el pasaporte y el boleto para seguir el viaje, nos detuvieron el pasaporte y después ya no hubo más nada que hacer. Entre idas y vueltas me preguntaron la plata que llevaba y después me pedían el boleto de regreso que seguro están enterados electrónicamente”.
Agregó que aportó el nombre de su hijo, al que iba a visitar, quien tiene residencia en España desde hace varios años, hasta que luego fue llevada hacia la oficina de Migraciones donde confirmaron que él tenía la ciudadanía española. La señora reconoció que no llevaba la “Carta de Invitación” que ahora requiere España, pero dijo que las autoridades en Barajas “ya sabían que íbamos a pasar a la casa de mi hijo. Yo soy jubilada y no tenía interés en quedarme a trabajar allá; que los niños querían seguir acá con su madre, con sus abuelos. Ibamos solamente hasta el 3 de setiembre”.
Mirta Giménez subrayó que “por mas que lleve toda la documentación en regla, si usted sale como sorteado, no tiene arreglo”.
Confirmó que en esta situación de incertidumbre permaneció junto a sus nietos durante unas 12 horas. Fueron llevados a una “pieza” de la que no se puede salir sin autorización. “El maltrato no fue físico, no nos golpearon. Yo salía a buscarla a Nicole que estaba intentando hablar con el padre en los teléfonos públicos. Entonces salí detrás de ella y un señor me vio y me dijo a donde iba; le dije que iba a buscar mi niña que está allí intentando hablar con el padre. Queríamos ir al baño y teníamos que avisarles a ellos, entonces el señor nos acompañaba hasta la puerta, quedaba allí en el pasillo con un silbato”. Aseguró que la alimentación fue escasa, ya que recién recibieron la cena después de haber estado todo el día en esa situación, y que incluso no dejaron ingresar una botella de agua entre todos los que estaban en similar situación (había argentinos y un uruguayo), y dijo que podían hablar por teléfono pero no había forma de acceder a la forma de pago que se requería.
Reconoció que el drama se terminó porque tuvieron la suerte de conseguir un vuelo en pocas horas para viajar hacia Buenos Aires, ya que en estos casos los deportados muchas veces siguen retenidos hasta tanto no surjan vuelos con lugar. Aclaró que durante su estancia allí, no pudo tomar contacto con ninguna autoridad diplomática uruguaya o representantes de los residentes en España.
“Fue horrible para los niños principalmente porque uno es grande y a medida que le van pasando las cosas va pensando que son cosas que Dios le manda vivir, que son experiencias. Pero a ellos había momentos que no sabía como contenerlos, como explicarles las cosas”, dijo Mirta Giménez, acotando finalmente que hasta el día de hoy no ha podido recuperar las valijas con las que viajaron.
Redactado: R.A.