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Un vecino de La Barra se presentó el sábado 15 de marzo en la Seccional 12ª de policía para asentar una denuncia: alguien había entrado en su comercio de la Ruta 10 entre las calles 28 y 29, a la altura del balneario Buenos Aires.

El damnificado hizo un inventario de lo que se llevó el intruso, no mucho, pero tiene su valor: algunas bebidas alcohólicas y 10 copas para agua.

Cuando los funcionarios policiales le escucharon, pensaron que era todo y se disponían a formalizar la denuncia, pero el denunciante prosiguió: ahora daría la lista de las cosas que el intruso se dejó en el local.

El hombre dejó herramientas varias que seguramente había usado para entrar al comercio, una remera, y un sobre con fotocopias de sus documentos de identificación personal. Los policías nunca la tuvieron tan fácil.

Formalizada la denuncia ubicaron al hombre, lo fueron a buscar y lo trajeron a la sede de la comisaría. Era C.M.B., de 33 años de edad y su foja delictiva (prontuario) estaba completamente limpio, nunca había tenido un desvío de conducta, al menos conocido.

C.M.B. no necesitó mucho interrogatorio para admitir lo que había hecho, tal vez, más abrumado por el error cometido al dejarse los documentos en el lugar, que por el delito en sí.

La juez letrado en lo Penal de San Carlos, que tomó el caso, se pronunció en las últimas horas disponiendo el procesamiento de C.M.B. como autor de un delito de hurto.

Tomando en cuenta su característica de primario absoluto, no le obligó a cumplir con prisión preventiva mientras se completa esta primera instancia judicial, sino que obliga al acusado a concurrir a la comisaría de su barrio durante los próximos dos meses, dos veces por semana, y quedar preso durante dos horas cada vez.

Algunos vecinos del balneario Buenos Aires dicen que cuando los funcionarios policiales cuentan este incidente, no pueden evitar la sonrisa que se dibuja en sus rostros.